Por Tamara Crespo/ Urueña, 20 de julio 2019
¿Es Todas nuestras víctimas una novela?, ¿un ensayo?, ¿realidad o ficción? Para descubrirlo hay que leerlo, tiene difícil presentación encasillado en un género. Todas nuestras víctimas es un libro con todo eso y más, con poesía e historia, pasado y presente, en el que Luis Díaz Viana habla de memoria y olvido, de silencios y secretos, de fantasmas familiares y colectivos, de muertos que hablan con los vivos y con otros muertos.
Fue interesantísimo y un placer escuchar al autor, antropólogo, novelista y poeta, hablarnos en Urueña, de temas de los que no se habla lo suficiente ni lo suficientemente profundo, aunque a tenor de la producción literaria sobre la Guerra Civil o sucesos violentos como el 11-M, también presente en este libro, lo parezca. Porque como él mismo explica y aunque ese sea su trasfondo, «no es de la Guerra Civil ni de los atentados concretos de lo que habla esta historia, sino de otras amenazas y otros terrores que aún nos acompañan o pueden estar por venir». Pasado, presente y futuro, unidos por un hilo a veces imperceptible u oculto. El escritor, presentado por uno de los editores de esta novela -híbrido de varios géneros-, Javier Campelo, nos habló de memoria -siempre colectiva, sostiene-, de mitos, de lo que diferencia a estos de las fábulas, y de la necesidad y también la dificultad de construir un relato común en el que todas las víctimas se puedan sentir identificadas. Todas nuestras víctimas es eso, un relato coral, con varias y distintas voces en diferentes planos, que mezcla géneros que van desde la narrativa al ensayo o la poesía, los diarios…, una obra con un protagonista singular, una villa situada en la Tierra de Pinares vallisoletana en la que en muy poco tiempo, apenas un día, transcurre el relato. La realidad y la ficción se entremezclan en una historia por momentos dura, como lo es la «verdad» de los relatos de la Guerra Civil escuchados a sus víctimas. Y es que, como dice uno de los personajes de Todas nuestras víctimas, ya hay «demasiadas novelas blandengues sobre la guerra… Historias de color de rosa por donde deambulan héroes de pacotilla con los más altos ideales».«Lo que la gente se sigue contando es lo único que importa», y «no se puede jamás avanzar dando del todo la espalda al pasado» concluyen personaje y autor.
Este libro, que -como cada novela- le ha llevado, dijo, una década de trabajo, conforma una trilogía de la que Los últimos paganos: Nivaria o la leyenda del fin del mundo, premio de Novela Ciudad de Salamanca en 2010, fue la primera parte. Pero las tres pueden leerse de forma independiente y no tienen un orden cronológico, pues no se trata, advirtió, de una trilogía «argumental», no transcurre en la misma época ni tiene los mismos protagonistas ni tramas, sino una ilación «espiritual o conceptual» y enlazada con las que han sido sus preocupaciones y ocupaciones en el ámbito de la antropología en las últimas décadas, como ocurre en el caso del 11-M, sobre el que realizó un trabajo de investigación en el CSIC. De la memoria y el relato ya se ocupó también Díaz Viana en su libro Narración y memoria. Anotaciones para una antropología de la catástrofe, publicado en 2008. Todas nuestras víctimas contiene también un breve ensayo histórico, un apéndice titulado La misma melodía triste: sobre el pueblo y la memoria de la Guerra Civil, en el que Díaz Viana trata acerca de la «recuperación y manipulación de la música o poesías populares en los territorios que quedaron bajo la influencia política y control militar de cada una de las dos Españas», sobre qué modelos de pueblo «se hicieron patentes en esas aproximaciones al pueblo» y en torno al «campo de batalla de la invención de la tradición y el proceso de re-tradicionalización posterior».
Lugar, tiempo y memoria son los hilos que hilvanan las tres novelas de esta trilogía, la última de las cuales estará ambientada en la América de finales del siglo XVIII, en concreto, en la Luisiana española, que según recordó, abarcaba una vasta extensión, toda la la zona central de lo que hoy es EEUU… Y nosotros estamos deseando ya leerla.