Descripción
En Padrón hay una casa humilde cuyo nombre es grato al espíritu: La Huerta de la Paz. Allí una niña enfermiza aprende a andar sobre las piedras viejas del jardín y pasa horas contemplando los aleteos de las mariposas sobre las dalias. Frente a su colegio está el cementerio de Adina, donde la pequeña se entretiene deletreando los epitafios en los días de sol.
Esa niña es Rosalía de Castro, la gran poeta gallega, y esa casa, el hogar al que siempre querrá volver, fuente de inspiración de toda su obra. Tras su infancia en Galicia, la joven Rosalía se instala en el Madrid convulso de Isabel II, donde conoce a Manuel Murguía, su futuro marido, y al dulce Gustavo Adolfo Bécquer, cuyo reflejo en los espejos del Café Suizo es todo melancolía. Después vienen los hijos, Simancas, la muerte de su adorada madre. Y esa continua añoranza de Galicia en medio de la adustez castellana.
Luisa Carnés, la narradora invisible de la Generación del 27, la autora de Tea Rooms. Mujeres obreras, escribió esta biografía en 1945, ya en su exilio mexicano. Una obra llena de encanto y de complicidad, tan rica en ambientes que más parece, en muchos momentos, un cuento gótico que un texto biográfico.
Luisa Carnés (Madrid, 1905-México D.F., 1964) fue una novelista y periodista española, autora invisibilizada de la Generación del 27. Nació en el seno de una familia obrera en el madrileño barrio de Las Letras. A los once años entró a trabajar en un taller de sombrerería y en 1928 vio publicada su primera obra, Peregrinos de calvario, una colección de narraciones breves. De lo vivido en su nuevo trabajo como camarera en un salón de té saldría Tea Rooms. Mujeres obreras (1934), recibida calurosamente por la crítica, que destacó de ella su carácter innovador y su fuerza narrativa. De formación autodidacta, Carnés consiguió con esta novela una calurosa acogida por parte de la crítica y el público. Su carrera, como la de tantas otras, se vio truncada por el golpe militar del 18 de julio de 1936, que desencadenó la guerra civil.
Tras la derrota del bando republicano se exilió en México, donde murió prematuramente en el más completo de los olvidos para la historia de la literatura española. Luisa Carnés marchó al exilio con lo puesto, llevándose como único equipaje una cartera de piel que contenía su bien más preciado, sus relatos. Ochenta años después, verán por fin la luz en la antología Trece cuentos (1931-1963).
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