Descripción
Este es un libro sobre la historia de los libros. Un recorrido por la vida de ese fascinante artefacto que inventamos para que las palabras pudieran viajar en el espacio y en el tiempo. La historia de su fabricación, de todos los tipos que hemos ensayado a lo largo de casi treinta siglos: libros de humo, de piedra, de arcilla, de juncos, de seda, de piel, de árboles y, los últimos llegados, de plástico y luz.
Es, además, un libro de viajes. Una ruta con escalas en los campos de batalla de Alejandro y en la Villa de los Papiros bajo la erupción del Vesubio, en los palacios de Cleopatra y en el escenario del crimen de Hipatia, en las primeras librerías conocidas y en los talleres de copia manuscrita, en las hogueras donde ardieron códices prohibidos, en el gulag, en la biblioteca de Sarajevo y en el laberinto subterráneo de Oxford en el año 2000. Un hilo que une a los clásicos con el vertiginoso mundo contemporáneo, conectándolos con debates actuales: Aristófanes y los procesos judiciales contra humoristas, Safo y la voz literaria de las mujeres, Tito Livio y el fenómeno fan, Séneca y la posverdad…
Pero, sobre todo, esta es una fabulosa aventura colectiva protagonizada por miles de personas que, a lo largo del tiempo, han hecho posibles y han protegido los libros: narradoras orales, escribas, iluminadores, traductores, vendedores ambulantes, maestras, sabios, espías, rebeldes, monjas, esclavos, aventureras… Lectores en paisajes de montaña y junto al mar que ruge, en las capitales donde la energía se concentra y en los enclaves más apartados donde el saber se refugia en tiempos de caos. Gente común cuyos nombres en muchos casos no registra la historia, esos salvadores de libros que son los auténticos protagonistas de este ensayo.
Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) estudió Filología Clásica y obtuvo el Doctorado Europeo por las universidades de Zaragoza y Florencia. En la actualidad lleva a cabo una intensa labor de divulgación del mundo clásico impartiendo conferencias y cursos. Colabora con el diario Heraldo de Aragón y con El País Semanal. De su obra literaria destacan las novelas La luz sepultada (2011) y El silbido del arquero (2015). Ha publicado ensayos y libros infantiles. Las antologías Alguien habló de nosotros (2017) y El futuro recordado (2020) recogen sus artículos periodísticos.
EL ENSAYO MÁS ACLAMADO DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
PREMIO NACIONAL DE ENSAYO
PREMIO EL OJO CRÍTICO DE NARRATIVA
PREMIO LAS LIBRERÍAS RECOMIENDAN en la categoría de no ficción
PREMIO BÚHO AL MEJOR LIBRO de la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro
PREMIOS DE NOVELA HISTÓRICA HISLIBRIS en la categoría de mejor obra de no ficción
PREMIO ACCIÓN CÍVICA EN DEFENSA DE LAS HUMANIDADES en la categoría de mejor obra de no ficción
Premio Nacional Promotora de los Estudios Latinos 2019
«Esos libros que te desbravan, que te doman, que te imponen el ritmo de lectura, que te quitan los nervios, no suelen encontrarse pese a ser tan necesarios. El último de los descubiertos por mí se titula El infinito en un junco». JUAN JOSÉ MILLÁS, El País
«El amor a los libros y a la lectura son la atmósfera en la que transcurren las páginas de esta obra maestra. Tengo la seguridad absoluta de que se seguirá leyendo cuando sus lectores de ahora estén ya en la otra vida». MARIO VARGAS LLOSA
«Se puede ser un filólogo magistral y al mismo tiempo escribir como los ángeles». LUIS ALBERTO DE CUENCA, ABC
«Vallejo ha decidido sabiamente liberarse del estilo académico y ha optado por la voz del cuentista, por la historia entendida como fábula». ALBERTO MANGUEL, Babelia
«Una divulgación seria y deliciosa que se deja llevar por el placer de narrar». GONZALO TORNÉ, El Cultural
«Irene Vallejo acaba de firmar un libro genial, universal, único». JORDI CARRIÓN, The New York Times
«Amistades lectoras: corred a leer El infinito en un junco». MARUJA TORRES
Marta –
Todo un descubrimiento,descubrir el origen de los libros de una forma tan sencilla y delicada,
ha sido todo un placer.
Tamara Crespo –
Lo es, es una lectura de esas que no quieres que acabe nunca, y que te aportan mucho. Gracias, Marta.