Descripción
Durante las décadas de 1920 y 1930 Joseph Roth viajó por toda Europa. Sus vagabundeos, que lo llevaron de un hotel a otro, le brindaron la incomparable oportunidad de observar y escribir sobre los lugares que visitaba. En los artículos que publicó, reunidos por primera vez en esta antología, Roth retrató un continente abocado al cambio y sin embargo aferrado a la tradición. Del compulsivo régimen de entrenamiento del ejército albano, las devastadoras explotaciones petrolíferas de Galitzia, las migraciones causadas por la pobreza o los nacionalismos, a los idiosincrásicos personajes que Roth conoció en sus viajes, las lúcidas viñetas de Años de hotel forman una serie de incisivas postales literarias que dan testimonio del final de un mundo viejo y de la dolorosa deriva de una Europa que, lejos de realizar algunos de los sueños acariciados durante siglos, parece encaminarse irremediablemente hacia el abismo.
Joseph Roth (Brody, 1894 – París, 1939). La amarga experiencia del derrumbamiento del mundo de los Habsburgo y sus consecuencias psicológicas, así como la obligada marcha de los judíos de Europa central hacia Occidente, fueron desde el inicio los temas centrales en su obra. En 1933 emigró a Francia, donde murió. Desde entonces es considerado, con creciente unanimidad, como uno de los mayores talentos de nuestro tiempo.
«Roth captura una esencia única que refleja la auténtica fragilidad de la condición humana», Nadine Gordimer.
«El valor documental de Roth es enorme, pero el valor literario lo supera», Félix de Azúa, El País.
«Unos artículos, todos ellos con algo de joyas preciosas e insustituibles, maravillosamente traducidos por Miguel Sáenz, que van desde una larga serie de estampas de hoteles vividos «como patrias» a visitas a ciudades alemanas y balnearios del Báltico o a países como Albania. Pero también están esas evocaciones con ribetes fantasmagóricos de la gran diáspora rusa tras la revolución o las descripciones, llenas de emoción y afecto conmovido, por aquellos gigantescos barcos de emigrantes que partían hacia EE.UU», Mercedes Monmany, ABC -Cultural.
«Roth, apátrida y lúcido, se tambaleaba, como buen bebedor, entre dos mundos. Dice en la despedida de una de las habitaciones de hotel: «El día será largo porque no habrá melancolía para llenarlo». Nostalgia y melancolía son dos palabras frecuentes en este libro para leer y releer», Sagrario Fernández-Prieto, La Razón.
«En este libro Joseph Roth da testimonio del final de un mundo y del avance imparable del viejo continente hacia el abismo del fascismo y del comunismo, las dos terribles pandemias ideológicas del periodo. La enseñanza que se extrae de su lectura es que Europa siempre se ha recuperado de las debacles, hasta de las más terribles y duraderas», Juan Antonio González Fuente, El Diario Montañés.
«Para Roth, un camarero de hotel es un refinadísimo producto cultural, destinado, como él mismo, a la extinción. Y sin embargo, no hay melancolía en Roth. Sólo un lento y seguro razonar, que se explica al tiempo que se extingue», Manuel Gregorio González, Diario de Sevilla.
«El conjunto del libro nos muestra un mundo que sería triste de no saber, como sabemos, que estaba impregnado de un miedo justificadísimo. Roth lo sabe ver y lo sabe expresar en cada cuadro, de manera que los párrafos pueden llegar a ser poliédricos: muestran a la gente y muestran a la sociedad, al individuo y a la polis, al temor único de la persona y al temor conflictivo del enfrentamiento. Y este enfrentamiento es, a su vez, múltiple, porque hay una amenaza latente -y en ocasiones presente-, pero también se ensarta en la necesidad de sobrevivir», Ricardo Martínez Llorca, Culturamas.
«Conviene destacar que Roth escribe sus artículos con la misma intensidad y calidad que sus novelas. Por eso, estos artículos son una excelente oportunidad de acercarse a este escritor, que describió los drásticos cambios que se dieron en Europa, especialmente en Centroeuropa en el periodo de entreguerras», Adolfo Torrecilla, Troa.
«La alta inteligencia, la originalidad para contar, aun lo trivial, todo convergía para que sus crónicas resultaran excepcionales. Como ocurre con Zwieg, con Márai, con Nèmirovsky, los textos de Roth siguen mostrándose sólidos y distintos, atractivos en su enorme mayoría, como si hubieran sido escritos ayer mismo y no hace casi cien años», Carlos Roberto Morán, Noticias desde el sur.
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