Por Fidel Raso
Fotografía: Fernando Sanz
Composición: Marta Amorós
El principal valor de la Fotografía fue cuando dejó de tener un uso exclusivo para las elites y pasó a ser un producto popular. Susan Sontang lo diría de otra manera: se democratizó. Las elites se quedaron sin su “juguete” en exclusiva para retratarse a si mismos y poder competir con la pintura en los paisajes, salones de nobleza y carreras de caballos, se daba paso a una potente industria económica que permitiría que las clases medias, incluso bajas, pudieran reflejar otros mundos, los suyos.
España no tardó mucho en tener su propio espacio gráfico, con creadores y artistas de calidad. También se editaron libros y manuales de fotografía como el de Felipe Picatoste, que recogía prácticamente todo lo necesario para la toma y copiado de imágenes y más cosas: La luz y el tiempo, Fotografía ambulante, Imágenes invisibles (sí, como lo están leyendo), Imitación de la luz de la Luna, Fotografías fosforescentes, Cajas de cristales, Pruebas negativas por medio de la albumina sobre cristal, y Fotoxilografía. Aquello era pura alquimia que haría feliz al mismísimo Fulcanelli, un maestro en las artes ocultas y esotéricas.
Hoy es el día internacional de la Fotografía. O sea, el de ustedes. Igualados todos en los selfies y en los móviles. No hay clases. Desde que la cámara de fotos llegó a la Luna hay otras muchas vigilando nuestro planeta y demás rincones del Universo que dicen infinito.
Siempre hay una cámara que nos vigila por la calle: las de Tráfico, las de nuestro vecino de balcón, las de los servicios de inteligencia, la de los supermercados, las de la familia, las de otras familias, las del trabajo, las de por nuestra seguridad, las de fútbol y el VAR y las de aparcar el coche con visionado y sonido bip-bip.
Conocemos el mundo pixel, pero desconocemos qué hacer con nuestro presente y mucho más qué va a ser de nuestro futuro. Yo se lo digo: va a ser muy fotografiado.