Poco a poco regresan los viajes y, con ellos, nuestras queridas postales. En esta nueva remesa está una que quedó pendiente de llegar de la anterior, desde la Villa del Libro de Montolieu, que visitó nuestra amiga Henar Cuadrado en agosto. De este pueblo hermano de libros ya teníamos varias tarjetas en nuestra colección, al igual que de una de las villas del libro que hay en Noruega, pero siempre hace especial ilusión. Henar nos dice en el reverso que en Montolieu hay «muchas pequeñas librerías» que le recordaron a la nuestra y nos daba «mucho ánimo para seguir con vuestro proyecto». «No estáis solos y otros pueblos por el mundo también intentan mantener viva la cultura», apuntaba. Otra de las postales que os enseñamos hoy llegó desde Sanlúcar de Barrameda, pero fue comprada en la villa del libro de Óbidos, en Portugal. Nos la hizo llegar otra gran amiga viajera, Marta Sánchez, que nos contó que se alojó en un «hotel literario» y que todo era allí «precioso».
La tercera postal nos la envió Yasodhara López desde el excelente museo de la industria siderúrgica que dirige en Ponferrada, La fábrica de luz. Museo de la energía, que hace tres años acogió una exposición de Fidel Raso, al que tenemos muchas ganas de volver, y que os animamos a visitar «Seguimos estando cerca y os mandamos toda nuestra ENERGÍA», nos decía.
Por último, la recién llegada: una postal desde el edificio favorito del mundo de esta librera, el Panteón de Roma, pero no en su faceta original de templo politeísta, sino en la actual de iglesia cristiana y con una oración de Pentecostés en el reverso. Mariano nos la envía con este texto: «A pesar de todo (Iglesia, suciedad, gente, mucha gente), Roma es eterna. ¡Volveré!».
Vuelven los viajes y las postales. Echaremos de menos las de nuestro querido amigo Carlos Ángel Fernández Buey, siempre en nuestro corazón.