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Entre compañeros y amigos en Semuret, Zamora

Presentación zamorana de ‘Crónica de 30 años en primera línea’

Presentación en Semuret

La tarde de ayer en la mítica y preciosa librería Semuret, de Zamora, fue memorable. En la presentación de ’30 años en primera línea. ETA. Euskadi y el mundo’, Fidel Raso estuvo arropado por dos generosos colegas de profesión periodística, Celedonio Pérez, de La Opinión de Zamora, y el fotoperiodista Emilio Fraile, y con una anfitriona de lujo y también compañera, en este caso, de oficio librero, Judit Pino. A la cita acudieron zamoranos y dos amigos llegados desde Madrid.

Compartimos el texto completo y un video de la presentación realizada por el veterano Celedonio Pérez, además de fotos y algunos vídeos también con parte de las intervenciones de Judit Pino y Emilio Fraile.

Presentación de ‘Crónica de 30 años en primera línea’, por Celedonio Pérez, periodista

Lo primero, si me lo permitís, matizar el título del Epílogo de Tamara Crespo, compañera de profesión y de principios, que explica, maravillosamente por cierto, el libro de Fidel Raso “CRÓNICA DE 30 AÑOS NE PRIMERA LINEA, Eta, Euskadi y el mundo”. El libro NO ES UNA NOVELA, es verdad, está escrito como un falso ensayo, aunque está contado de manera singular, en primera persona, incluyendo escenas y diálogos y, sobre todo, muchas reflexiones. Por ahí casi se puede hablar de novela.

Pero es precisamente lo que cuenta, al historia que relata, una vida entera clavada en medio de muchas vidas de gente tan trascendente en las últimas décadas que salpica también a la existencia propia, que es nuestro pasado y presente, el de la gente que estamos aquí y ahora escuchamos pasar por la calle.

No hay novela que cuente tantas cosas como CRONICA DE 30 AÑOS EN PRIMERA LINEA… y que haga reflexionar tanto sobre la vida. y la muerte. Yo hablaría entonces de dramático ensayo novelado que nos pone frente a una realidad tan dura, que duele y te hace “resentir” y “repensar” porque todos la hemos vivido, de alguna manera, sino en primera, al menos en segunda línea

Lo segundo, tengo que confesarlo porque es de justicia: la vida de Fidel Raso, Rasín, el comandante, apodo que le puso un grande, Ricardo Arques, que nos acaba de dejar, por cierto; Fidel Raso, repito, me da envidia como periodista y también, claro, un poco de vértigo: dos décadas, coincidiendo con los “años de plomo” del País Vasco, vividas y sentidas en Euskadi, oler las motas de mortero del desmoronamiento del Muro de Berlín, viajes a India, Canadá, Irak, Jordania, Egipto, Francia, Portugal, Israel, Rusia, la frontera de Líbano, Gaza, varios países de África, Ecuador, Perú… Viajar por tierra, mar y cielo. Respirar a unos pocos metros el mismo aire que respiró Pinochet, Yeltsin, Miterrand, Cavaco Silva, Fujimori, Khol, todos los presidentes del Gobierno de la España democrática postransición, sentir la sombra de asesinos y víctimas, ver y notar las miserias humanas: la Guerra de las Banderas, el conflicto del Gal el crecimiento y la muerte de ETA, muertos y muertos, paladas de muertos, aguantar al hipocresía de los verdugos y de quienes los jaleaban y que, todavía desgraciadamente, los jalean, muchos escondidos en los rincones y a la vista más pornográfica, de siglas políticas. Miedo, mucho miedo. Y no morir en el intento. Qué envidia, Fidel.

Y qué envidia acabar viviendo en Urueña, un sestaotarra a la sombra de los montes Torozos y de la gata Ba, y regentar una librería, Primera Página, y abrir una ventana al cielo sin ventanas de la Castilla profunda, la pagana, silenciosa y maniatada, de todos los males de esta España nuestra. Y todavía tener ganas de mirar con el objetivo la mancha de aceite que es el narcotráfico mundial, las consecuencias del Covid-19, al invasión de Ucrania, los males de la inmigración, los incendios de la Sierra de la Culebra, el maltrato a la madre Gea.

Qué envidia, Fidel, y no por los premios nacionales e internacionales, que los has ganado todos, a cambio de jirones de piel y de vivir en mil sitios, siempre desterrado; envidia por tu lucidez, por el Jinete Amarillo, porque conmueves con tus imágenes y reflexiones y eres capaz de contestar, cargado con una mochila vital pantagruélica, a la pregunta del periodista trascendente que los humanos, como especie, son la peor plaga, algo que desmientes con tu propia existencia de periodista y fotoperiodista porque tu fotografía ha hecho y hace mejor al mundo.

Tú has sido la parte heroica del dolor que has inmortalizado en tus imágenes. La violencia global no existe porque se fotografíe, existe porque es consustancial al ser humano y a su afán de poder y poseer. Tú, al congelarla en tu objetivo, la debilitas y la expones, asumiendo riesgos a cambio de casi nada. Bueno sí, a cambio de la indiferencia y la amenaza, y muchas veces la incomprensión de una profesión maravillosa, que ahora está contra las cuerdas por la pandemia y la polarización ideológica y política, amén de por sus incongruencias, debilidades, miedos y afanes inconfesables.

Ah, y también quiero pedirte perdón por lo que me toca, al menos a tu faceta de fotógrafo de prensa, porque sé que al fotógrafo en las redacciones de los periódicos lo manda sin medida todo el mundo, incluidos meritorios y estudiantes en prácticas, y que apenas se reconoce su trabajo que, no nos engañemos, es el que perdura mezclado con el poso del paso del tiempo.Perdón y muchas gracias a ti, Fidel y a tus compañeros Leguineche, Ricardo Arques, Carlos Bradac, Tamara Crespo, Irujo…, un puñado de periodistas de raza capaces de desgranar una virtud propia de inmortales, ser capaces de ser a la vez maestros y obreros. Con tu libro he aprendido mucho y he sentido mucho, a veces también dolor, pero un dolor redentor y esclarecedor. Lo recomiendo porque es novela, historia y camino, el de la verdad, mérito impagable en estos tiempos. 

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2 comentarios

  1. Yo me hice amigo y admirador al leer el libro, no digo que todo el mundo se haga amigo, no se gana tanto con los libros para invitar a tantos amigos, pero no te dejará indiferente, te lo aseguro.

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