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Amor, música y paisaje en la película de Trueba que se detuvo en Urueña

Un momento de rodaje de la película ‘Casi cuarenta’ en la librería Primera Página.

Por Tamara Crespo/ Fotos: Fidel Raso

Amor, música y paisaje son tres de los principales elementos de Casi 40, la última película de David Trueba, una road movie que atraviesa territorios castellanos sacando todo el partido a su belleza en primavera. Una de las paradas en el viaje de los protagonistas es Urueña, precisamente en plena Tierra de Campos, comarca de la que era originario su padre y cuyo nombre eligió el cineasta y escritor como título de su última novela. Nada más verla anunciada entre las novedades editoriales, quisimos traerle al corazón de esta Tierra de Campos, y el 21 de mayo de 2017, la librería Primera Página organizaba la presentación de la novela. Antes, Trueba y su equipo habían pasado por tres ciudades, Plasencia, Salamanca y Segovia, un viaje que resultó ser el hilo conductor del largometraje, un film pequeño e independiente como las cuatro librerías que recorre.

En Casi 40, los protagonistas hacen el mismo recorrido que el director con su libro, una mini gira de dos personajes interpretados por Lucía Jiménez y Fernando Ramallo, como cantante y «representante», respectivamente, y con la que el segundo pretende relanzar la carrera que ella ha abandonado y, de paso, reencontrarse en la intimidad de un viaje compartido, con su amor de juventud.

El día del estreno, el 29 de junio, pudimos al fin conocer cómo se materializa esa magia que se llama cine, pudimos conocer el resultado de esos momentos que vivimos en parte con el equipo de Trueba, de La buena vida producciones, durante aquella jornada de mayo en la que aún no sabíamos lo que estaban creando, pues como todos los rodajes, tenía mucho de secreto. Con ellos estuvimos tras la presentación de la novela en los escenarios que aparecen en la película. El primero fue el restaurante Los Lagares, donde comimos y que inspiró un diálogo que aparece de fondo en una escena, con la librera de espaldas y la voz doblada, en un inesperado y anónimo, ‘cameo’. Después, el mirador de el Roto, uno de los lugares desde los que contemplar el horizonte inmenso de la meseta castellana, y donde se rodó una divertida escena con la actriz Carolina África en el papel de «psicodontóloga». Por último, el equipo rodó otra escena en la librería, donde tuvimos el privilegio de asistir a ese instante emocionante en el que suena la claqueta y el director dice ¡Acción!, palabra que convirtió a Primera Página en una librería de película.

Los paisajes de Urueña y Tierra de Campos son perfectamente identificables en este film con el que Trueba rinde su particular homenaje a estas llanuras cerealistas salpicadas en los montes de encinares, a unos parajes que de algún modo forman parte de su vida, pues son el lugar de origen paterno, y que también convirtió en uno de los personajes de su novela. Además, eligió la primavera, un momento en el que el campo se llena de flores y luce sus verdes más intensos y variados. Y es que, como ocurre con el periodismo, las buenas historias o los paisajes de cine suelen estar cerca, solo hay que saber verlos. Trueba ha visto estas vastas extensiones, estos horizontes sin fin, vacíos en apariencia pero llenos de belleza, de forma magistral, con una sensibilidad y una delicadeza que son el mejor marco de la historia que narra, en la que parece que no pasara «nada» pero que está llena de vida.

 

 

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