Descripción
Estamos en 1904, en la época de la Exposición Universal celebrada en Saint Louis. La familia Wolfe se ha trasladado desde Asheville y ha abierto aquí un pequeño alojamiento para los vecinos de su lejana ciudad natal que visitan la Exposición. Grover Wolfe tiene sólo doce años, pero, según dicen todos, una sensibilidad y una madurez extraordinarias…
He aquí uno de los textos más hermosos de la literatura norteamericana del siglo XX: la búsqueda del «niño perdido», del hermano muerto. Una historia, en cuatro tiempos, contada por uno de los grandes narradores de los años treinta: Thomas Wolfe, quien construye, con telón de fondo de esa América provinciana que aún hoy nos fascina, una novela tan bella como intensa, perfecta en su estructura e inigualable en su poder de evocación.
Thomas Wolfe y su editor Maxwell Perkins han inspirado la película El editor de libros.
Thomas Wolfe nació en Asheville en 1900 y murió en Baltimore a los treinta y ocho años, víctima de la tuberculosis. Considerado como uno de los más importantes narradores norteamericanos de la primera mitad del siglo xx, y admirado por sus coetáneos: de William Faulkner –quien dijo de él que era el mejor escritor de su generación– a Sinclair Lewis –que incluso lo citó en su discurso de recepción del Premio Nobel–, su novela El ángel que nos mira (1929) obtuvo gran resonancia en su país y en buena parte de Europa. Le siguieron otras obras de igual envergadura, como Del tiempo y el río (1935) o las póstumas The Web and the Rock (1939) y You Can’t Go Home Again (1940). Wolfe es recordado especialmente por sus piezas maestras en formato breve, que Periférica comenzó a rescatar en 2011 con la publicación de El niño perdido, a la que han seguido Una puerta que nunca encontré (2012), que tiene evidentes conexiones con Hermana muerte (2014), y Especulación (2013)
«Una de las máximas aspiraciones de cualquiera de nosotros sería llegar a escribir algo con la altura y la poesía de El niño perdido». Jack Kerouac
«En Norteamérica hay tres grandes escritores: primero está Wolfe, después yo, y después Hemingway.»
William Faulkner, dos años después de recibir el Premio Nobel
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