Texto y fotos: Fidel Raso
Ecuador se encuentra sumido en una gran crisis política, social y económica cuya solución ni siquiera parece definirse en estos momentos de caos y delincuencia urbana. El presidente, Guillermo Lasso, acaba de declarar el estado de excepción en el país «por la inseguridad a causa del narcotráfico». Las informaciones de los principales medios ecuatorianos recogen graves casos de delincuencia con tiroteos y robos que dejan muertos y heridos en cifras alarmantes y crecientes. Robos en tiendas y asalto de bancos parecen sucederse a pesar de la presencia de militares en la calle.
Hace 25 años estuve en Ecuador durante casi un año, allí trabajé como jefe de fotografía en un medio de Guayaquil, lo que me permitió conocer de cerca lo bello y bueno del país, pero también su inestabilidad política casi crónica. Esa inestabilidad se agrandaba con países fronterizos como Perú, pues ambos estuvieron enfrentados por tener una parte de su frontera común sin definir, algo que se resolvió por aquella época con la llamada «paz de Tiwintza». Por otro lado, Colombia es también foco de múltiples conflictos por el narcotráfico.
Ecuador es un país en la costa del Pacífico al que cruza una parte de la sierra Andina con un «anillo de fuego» que forman ocho montañas volcánicas cuya altura fluctúa entre los cinco mil y los seis mil metros, y otros volcanes más bajo el mar. Por si fuera poco, y en ciclos de varios años, entra el fenómeno climático «el Niño», con lluvias torrenciales que arrasan el país y destruyen pueblos y carreteras, como pude comprobar personalmente durante mi estancia.
Ecuador y España tienen una historia común de siglos, donde no faltan los sobresaltos, pero también las colaboraciones, con una lengua y una cultura compartidas. No obstante, parece que la agenda mediática internacional la siguen marcando los Estados Unidos, preferentemente cuando se posicionan en Oriente Medio, y de esta manera, desplazan el foco de la noticia a los países que les interesan estratégicamente.