Brihuega/ 15 de noviembre de 2018
Por Tamara Crespo
El 15 de noviembre se hizo entrega del Premio Internacional de Periodismo Cátedra Manu Leguineche, que en su sexta edición ha recaído en Pilar Bonet (Ibiza, 1952), corresponsal del diario El País en Moscú desde hace 32 años. El galardón, que en 2016 recibió el periodista Fidel Raso, quien acudió a la ceremonia, se entrega en la localidad alcarreña de Brihuega, que el maestro de periodistas Manu Leguineche eligió como lugar de residencia y retiro. El premio ha tenido dos épocas con una interrupción de algunos años, está convocado por la Diputación de Guadalajara, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), la Universidad de Alcalá (UAH), la Fundación General de la Universidad y el Ayuntamiento de Brihuega. El galardón tiene (este año y el anterior) una dotación económica de 8.000 euros y, además, el galardonado es nombrado profesor honorífico de la Universidad de Alcalá.
El acto de entrega viene precedida de un coloquio acerca del periodismo que en esta ocasión fue moderado por Lucía Méndez, redactora jefe de Opinión del diario el mundo y en el que, además de la premiada, participó otro veterano corresponsal, Alberto Masegosa, de la agencia Efe.
El acto de entrega fue presentado por el periodista Antonio Herráiz, e intervinieron también su colega José Andrés Rojo, Luis Viejo, alcalde de Brihuega, Carmelo García Pérez, Vicerrector de la Universidad de Alcalá de Henares, Nemesio Rodríguez, presidente de la FAPE y José Manuel Latre, presidente de la Diputación de Guadalajara. Como colofón, el Orfeón Joaquín Turina de Guadalajara interpretó, entre otros, algunos temas de bandas sonoras, pues según explicaron, la premiada es muy aficionada al cine.
Tal como informó la FAPE, cuando dio a conocer el fallo, por unanimidad del jurado del premio, que contó este año con 14 candidaturas, el presidente de la Diputación, José Manuel Latre, recordó que lo que pretende reconocer también «es lo que ha sido Manu Leguineche, un viajero, un narrador de historias, una persona humilde y coherente» para quien «el rigor, la seriedad en la información y contrastar las informaciones era muy importante». «Lo que se premia es un periodismo honesto», apuntó el presidente de la Institución provincial.
Nemesio Rodríguez recordó también a Manu Leguineche como «un periodista de patas», en expresión de Pío Baroja, y que no es otro que el que busca la noticia «allí donde se encuentra, un periodista que dio la vuelta al mundo». Rodríguez explicó que, aunque Pilar Bonet no ha dado la vuelta al mundo, «sí lo ha hecho varias veces en número de kilómetros recorridos para mantenernos puntualmente informados, durante 32 años, sobre la extinta Unión Soviética, primero, y sobre Rusia y el resto de las naciones que siguieron a la desmembración del antiguo estado comunista, después». «Es también una periodista “de patas”», aseguró, para rememorar que Bonet «nos ha informado sobre los misterios que se ocultaban detrás del “telón de acero” y de los grandes acontecimientos que siguieron a su demolición». «Y lo ha estado haciendo con rigor, con independencia y con criterio periodístico, verificando y contrastando los hechos». Es un periodismo, dijo, muy necesario «en este mundo de sobreabundancia de información, en el que se mezclan las noticias veraces con las falsas».
Por su parte, en su discurso, Bonet hizo balance de sus más de 30 años de información en la URSS y Rusia y sacó de sus «armarios» historias, acontecimientos, informaciones, anécdotas, iconos y objetos que llevan incorporados «la vivencia que los vinculó» a ella. Aludió a Manu Leguineche, «el periodista pionero» y aseguró que de él aprendió «el instrumento básico de un periodista: la curiosidad por lo que nos rodea».
Al finalizar la ceremonia de entrega y como viene siendo tradición, la hermana de Manu Leguineche, Rosa, también periodista, recibió a los invitados en la casa donde «el jefe de la tribu», como se le conocía en la profesión, vivió en Brihuega, la llamada «Casa de los gramáticos», en el corazón de histórico de la villa y que antes perteneció a Margarita de Pedroso, poeta de la Generación del 27 y amor platónico de Juan Ramón Jiménez.