Por Tamara Crespo
Cuatro fotoperiodistas y una víctima de la violencia terrorista pusieron el 9 de noviembre en Valladolid imágenes y palabras a la historia reciente y viva de España. El Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo organizó la jornada El fotoperiodismo ante la violencia terrorista y la presentación del libro colectivo Memorias del terrorismo en España (Catarata), ambos con la colaboración de la Asociación de la Prensa de Valladolid (APV).
Por la mañana, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid (UVA), y ante un numeroso público formado en su mayoría por estudiantes de Periodismo, fue el turno de los cuatro reporteros gráficos: Fidel Raso, quien trabajó durante 10 años en el País Vasco, en los denominados ‘Años del plomo’, para el extinto Diario 16; Carlos García, otro fotógrafo vasco y actual jefe de Fotografía de El Mundo; Ángel Ayala, fotógrafo del Diario de Burgos, y Ramón Gómez, jefe de Fotografía de El Norte de Castilla.
Al igual que sus compañeros, Fidel Raso expuso fotografías de una etapa de su vida profesional en la que, en su caso, hubo de cubrir más de un centenar de atentados terroristas y participó, como reportero gráfico, en la investigación del ‘caso GAL’. Una de las historias sobre la que coincidieron en hablar los tres primeros reporteros fue la de José Antonio Ortega Lara, pues ellos pertenecieron al pequeño grupo de periodistas que pudieron entrar en el zulo en el que ETA le mantuvo enterrado en vida durante 532 días, y que García recordó como una de las peores experiencias de su vida profesional. «Lo recuerdo cómo un sueño, como una locura interminable (…). Hay gente que quiere que olvidemos esa época de horror e ignominia», concluyó. El asesinato de Miguel Ángel Blanco, apenas unos días después de que la Guardia Civil lograra localizar y liberar a Ortega Lara, el 13 de julio de 1997, supuso un punto de inflexión y de ello también se habló durante esta jornada, así como del diferente tratamiento de la información sobre terrorismo en la prensa escrita y de la responsabilidad de los medios, el «desafío moral» que, en palabras de Raso, supone el tratamiento periodístico de la violencia terrorista. «No puede haber olvido para todo esto», sentenció Raso tras proyectar en la sala duras imágenes propias de atentados con coches bomba y tiros en la nuca, funerales, manifestaciones… El fotoperiodista recordó asimismo que a día de hoy, España y el mundo se enfrentan a otro tipo de terrorismo, el yihadista, que también ha tenido que tratar en su vida profesional durante de nuevo una década de trabajo en el norte de África.
La primera mesa de la jornada fue moderada por el profesor de fotoperiodismo Ismael García Herrero y la segunda, por la también profesora de la facultad María Monjas Eleta.
Por la tarde, la Facultad de Derecho acogió la presentación de Memorias del terrorismo en España, un libro que reúne las historias de 65 personas «que han vivido muy de cerca los distintos tipos de terrorismo que se han dado en España: el nacionalista radical, el de ultraderecha, el de extrema izquierda y el yihadista». Algunos autores son víctimas, otros son profesionales o activistas que han trabajado cerca de aquellas. Una de esas innumerables víctimas, Lucila Ortega Lara, hermana de José Antonio, acudió para ofrecer su testimonio, era la primera vez que lo hacía y Raúl López Romo, historiador y coordinador del libro, la ayudó con algunas preguntas. Sus respuestas reflejaron la capacidad de superación del trauma, la falta de «rencor» hacia los terroristas y, también, la necesidad de que se conozca y se mantenga viva la memoria de lo que sucedió en España durante casi 40 años de violencia de ETA. En la mesa participaron también el director del Observatorio de Derechos Humanos de la UVA, Javier García Medina, y, de nuevo, el periodista Fidel Raso, que participa en el libro con un capítulo sobre la investigación del caso GAL y que se emocionó al verse, «tantos años después» rememorando acontecimientos traumáticos y «sentado junto a Lucila».
El libro recoge voces conocidas como las de Jon Juaristi, Teo Uriarte o Joseba Arregi, a las que se unen «los relatos descarnados de aquellos que han sufrido directamente la violencia». «Más emotivos o analíticos, todos están contados a partir de una experiencia individual y aportan perspectivas complementarias. Aunque su ordenación sigue un criterio cronológico, el lector puede explorar otros caminos, saltando si lo desea de un capítulo a otro. “Algo habrá hecho”, múltiples versiones de esta frase se repiten en estos relatos. Es una sentencia que resume bien la esencia del terror: la de culpabilizar a la víctima, aislándola, multiplicando su dolor mediante un trato injusto y deshumanizado». Los testimonios reunidos conforman, como afirma en el prólogo el director del Centro Memorial, Florencio Domínguez, «una elocuente antología que hace frente al discurso del odio que se esconde detrás de cada terrorismo, tenga la inspiración que tenga».